Por Mara Elisa Aguayo O., Maestra de lenguaje
American School of Guatemala
En la actualidad los sociológos han determinado que vivimos en una sociedad líquida debido al constante cambio en el que nos encontramos, donde esa vertiginosa variación conlleva en algunos casos, a la mudanza de valores y hábitos entre otros aspectos. Por ello, ser docente en el siglo XXI es un reto que solo los valientes y los que tienen vocación pueden enfrentar. Es ahí donde cobra sentido el enseñar desde el corazón y no solo únicamene con el conocimiento; cuando se enseña con motivación intrínseca, se enseña, se aprende y se vive con un propósito. Eso es exactamente lo que me motivó a escribir este artículo, mi propósito de vida, mi vocación: la docencia. A través de estas líneas les compartiré mi experiencia de meses atrás con mis alumnos de octavo grado en la clase de español, donde pudimos conectar propósito, contenidos de enseñanza, valores y aprendizaje significativo. Donde, además de trabajar contenidos literarios, los estudiantes pudieron interiorizar en sus corazones y construir su propio aprendizaje. Cabe mencionar que en todo este proceso mantener a los alumnos motivados y comprometidos fue primordial.
A través de los años de docencia he comprendido que el proceso determina el producto final. Todo suma o resta cuando estamos hablando del ámbito educativo. Desde cómo se motiva a los estudiantes desde el inicio, el acompañamiento que reciben y cómo se les retroalimenta para que tengan un aprendizaje significativo y así lograr que los resultados demuestren los estándares planteados. En este proyecto, los alumnos pudieron trabajar en parejas y de forma individual. Hicieron entrevistas, investigación individual, y analizaron letras de canciones proporcionadas en clase. Esto les permitió conocer las opiniones de sus compañeros y conocerlos más, lo cual es vital en este tiempo porque se promovió la conversación entre pares y un aprendizaje constructivista y en comunidad. Durante todo el proceso con mi colega de co-enseñanza dimos acompañamiento a los alumnos hasta llegar al producto final que era escribir un ensayo reflexivo. Cabe destacar que el trabajo entre colegas debe tener un balance, no solo en la carga de trabajo, sino también en las experiencias de vida que enriquecen a los estudiantes. Un aprendizaje significativo siempre impregnará en los estudiantes conocimientos y experiencias que enriquecerán no solamente su acerbo académico y cultural, sino también su vida en general, y para mí eso es uno de los aspectos más relevantes en la educación.
Me emocioné al escuchar a mis alumnos conversar y reflexionar sobre lo que estaban interiorizando durante su escritura. Escuchar frases como: “Ms. nunca me había puesto a pensar en lo valiosa que es mi vida”, “Ahora voy a valorar más mis días”, “que pena no valorar a las personas que están a mi alrededor”, entre otras. Pero, una de las que más tocó mi corazón fue esta: “si tan solo hubiera reflexionado en esto antes, todo hubiera sido diferente”. Cuando planifiqué este proyecto mi intención era motivar a mis alumnos a través de la música a encontrar contenido literario, reflexionar sobre sus valores, prácticas y a escribir un ensayo con todas sus reglas; que expresaran sus ideas y profundizaran en cómo aportar más a su comunidad. Nunca me imaginé la trascendencia que esto tendría en la vida de muchos de ellos, el nivel de introspección que harían, y las fibras más profundas que se tocarían. Por si fuera poco, en las recientes conferencias con padres, algunos de ellos compartieron su escrito con sus padres, como evidencia de un logro de excelencia. Fue motivante escuchar los comentarios de ambas partes y saber que cada uno se sentía orgulloso de lo alcanzado. Esto si que fue la “guinda del pastel”. Ahora, he decidido que todos mis alumnos compartan este trabajo con sus padres para que ninguno se pierda esa experiencia tan gratificante de recibir retroalimentación a sus corazones. Estoy, en satisfacción plena, mis alumnos aprendieron, compartieron con otros, profundizaron en su interior y sobre todo, porque algunos han decidido valorar más la vida, a ellos mismos, lo que tienen a su alrededor y cambiar algunos aspectos de su cotidianidad. Esto es realmente enseñar, aprender y vivir con propósito, es enseñar con el corazón.
“Y me hice maestro que es hacerme creador” (José Marti).-