Por María Teresa de Chacón y Lissette de Aguilar
En el Colegio Americano de Guatemala (CAG), hace más de 65 años, la necesidad de cubrir la ausencia de una maestra nos dio la oportunidad de crear un programa. En esa ocasión se contrató a una docente que iniciaba su carrera en educación con el propósito de sustituir a una maestra de clase. Después de un mes de capacitación, sorpresivamente, la nueva maestra tuvo que hacerse cargo del grado ya que la titular se había enfermado. Esta experiencia motivó a los directores del CAG a promover la capacitación continua de maestros recién graduados, con el objetivo de preparar personal para hacerse cargo de las sustituciones que fueran necesarias dentro de la institución.
Con el tiempo, el objetivo de esta capacitación cambió y se transformó en un programa formal de preparación de docentes jóvenes, a través del que aprendieran y multiplicaran en otras instituciones educativas, lo aprendido en el CAG. A la fecha, este programa ha tenido un impacto en la educación pública y privada del país. El Programa de Inducción Docente ha recibido la atención, tanto de educadores locales como de la región.
Durante la pandemia surgió un segundo sueño para el programa: impactar directamente a los alumnos de la educación pública. Pronto socializamos la idea y recibimos el apoyo de las autoridades del Ministerio de Educación. La nueva estructura del programa incluye el trabajo docente y la formación profesional durante el primer año, en las instalaciones del CAG. En el segundo año, los maestros participantes asisten a una escuela pública para apoyar a los docentes de ese establecimiento, impactar el aprendizaje de este grupo de alumnos, innovar sistemas y compartir nuevas y más eficientes prácticas educativas. A la vez, esta experiencia les permite conocer la realidad de la educación pública.
Los retos de esta nueva implementación han sido mayores de los imaginados. Sin embargo, los resultados han sido invaluables para todos los involucrados. -